Las risas y dudas de la poesía
Se reía de una supuesta poesía que no sabía si existía o era otra vez más una fantasía. La vida misma a menudo parecía una danza caprichosa entre lo real y lo imaginario. Cuestionaba si la poesía era la forma en que el alma se comunicaba en sus momentos más profundos o simplemente una ilusión que tejía en su mente.
Imaginaria o no, decidió dudar, como siempre. La duda era su compañera constante, su manera de explorar los misterios que la vida le ofrecía. Cuestionaba cada palabra, cada emoción, como si estuviera desentrañando un enigma infinito. Pero no sin antes desear que fuera verdad. A pesar de sus cuestionamientos, anhelaba que la poesía fuera real, que fuera la esencia misma de la vida, la chispa que iluminaba sus días.
Y aún pudiendo cumplirla, sabía que cada palabra, cada verso, era una expresión de su búsqueda interminable de significado. La poesía no era solo un medio para comunicarse con el mundo, sino también consigo misma. Cada verso que escribía era un paso más en el camino de descubrir quién era y cómo veía el mundo que la rodeaba.
Así, entre risas y dudas, entre la realidad y la fantasía, continuó explorando el mundo a través de sus palabras. La poesía seguía siendo su refugio y su desafío, un rincón donde la verdad y la belleza se entrelazaban en un abrazo eterno. Y aunque nunca estuvo segura de si encontraba la poesía o la poesía la encontraba a ella, sabía que seguiría buscando, escribiendo y riendo, porque en cada verso, en cada palabra, encontraba un destello de esa supuesta poesía que daba sentido a su existencia.
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