ODA A LA ODA A LA TRISTEZA

Tras la ventana la lluvia cae, y se sumerge tras los balcones. Inunda la caída de un niño, limpia su sollozo, mece su rodilla. La luz, la penumbra.. la disonancia del tiempo dan paso a los truenos; que en oda a la tristeza presenta rayos y truenos. Cabezas que enfocan al suelo se cubren con chubasqueros y paraguas. Sin saber, que así danzan a la desesperanza, a la melancolía y esa oda a la tristeza alimenta sus versos.

La oda a la tristeza no debería llevar lluvia, ni soledad ni desesperanza ni caídas de niños, ni miradas bajas. La oda a la tristeza tiene que llevar silencio. Para que calle, para que nadie sepa nombrarla, ni pertenecer a ella. Sin sinfonías rotas, ni soles, ni sombras.


Hay fríos que no se aciertan a cubrir, por muy pesados que sean los sayos. Ni silencios que inunden gritos, risas, caricias.. pertenecen a espacios rotos, que caen y no vuelven.

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