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Mostrando entradas de mayo, 2024

Ecos del vacío

La oscuridad del espacio se extendía infinita y desoladora, como un océano sin orillas. En medio de esta vastedad, una nave pequeña y solitaria, la Eos II, flotaba a la deriva, perdida en el abismo estelar. Dentro de la nave, Amelia, la última tripulante consciente, luchaba contra la soledad, la incertidumbre y los recuerdos que la asediaban. Los paneles de control parpadeaban intermitentemente, reflejando su tenue luz en el casco de la nave. Amelia, con los ojos cansados y el cuerpo agotado, miraba la pantalla principal, donde las estrellas pasaban como destellos lejanos. La última transmisión desde la Tierra había sido un caos de gritos y estática, una cacofonía de desesperación mientras la humanidad se desmoronaba. Habían lanzado las cápsulas en un intento desesperado de salvar a los últimos seres humanos del planeta moribundo. La Eos II era una de esas cápsulas, destinada a encontrar un nuevo hogar entre las estrellas. Sin embargo, algo había salido terriblemente mal. El sistema de...

El susurro del pueblo abandonado

En las colinas olvidadas del noroeste, más allá de los bosques espesos y los ríos serpenteantes, se encontraba el pueblo abandonado de Ravenscroft. Durante décadas, había permanecido vacío, sus edificios desmoronados y sus calles cubiertas de maleza. Los pocos que se atrevían a acercarse hablaban de una brisa que parecía susurrar secretos antiguos y oscuros. La historia de Ravenscroft era un enigma. Los archivos locales mencionaban que, en algún momento, fue un próspero asentamiento minero. Sin embargo, un día, sin previo aviso, todos sus habitantes desaparecieron. No hubo rastro de lucha ni signos de desastre. Simplemente, el pueblo quedó desierto, dejando atrás una estela de preguntas sin respuesta. Una noche de luna llena, Amelia, una joven periodista, decidió investigar los misterios de Ravenscroft. Armada con una linterna, una cámara y una determinación férrea, se adentró en el pueblo, siguiendo los senderos cubiertos de hiedra y esquivando las sombras que se extendían como dedos ...

Tesoros verdes: El jardín de la señora Amelia

 En el tranquilo vecindario de Maplewood, vivía la señora Amelia, una mujer de cabello plateado y sonrisa amable que tenía un amor inquebrantable por las plantas. Desde que era joven, había cultivado un pequeño paraíso verde en su hogar, convirtiendo cada rincón en un oasis de vida y color. La casa de la señora Amelia era un verdadero santuario botánico. Desde el momento en que entrabas por la puerta, eras recibido por una explosión de verdor y fragancias naturales. En el recibidor, un helecho colgante se mecía suavemente, mientras que en la ventana, una colección de suculentas brillaba bajo la luz del sol. Cada planta en la casa de la señora Amelia tenía su historia. Había adquirido algunas en viajes lejanos, otras las había recibido como regalo de amigos y familiares, y algunas más las había cultivado desde semillas con amor y paciencia. Para ella, cada una era como un hijo al que cuidar y mimar. Pero la verdadera joya de su jardín era su invernadero, un espacio mágico donde las ...