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Mostrando entradas de junio, 2014

Metas

Y desde entonces cambiaron las expectativas de aquellos chicos. La brisa de la mañana silbaría con un orvallo de una humedad implacable, el estrellado nocturno entonaría una danza junto a la melancolía. Y sin preámbulos, ni ideas nuevas vivirán a partir de ahora. Habían conseguido el relevo en una meta de la que no habían hablado, cuna que ya ni esperaban, después de varios años.. después de malentendidos, fallos y silencios. Conseguir, después de todo, algo.. les hacía recobrar silbidos que no sabían procesar, sólo aclaraba una cosa; se sentían felices dentro de una sensación bucólica. Plenos a la par que temerosos de perder y estropear la carrera. De no dar la siguiente vuelta, ni de querer demasiado una meta que tal vez nunca llegase o se malograse. Sin saber sí el silencio sería amigo o enemigo en su larga carrera.. si lo culparían al dudar en continuar, en mirarse.. Sí el silencio les obligase a saltar obstáculos en esa pista.. ¿La terminarían? ¿Se cansarían? Pos...

ODA A LA ODA A LA TRISTEZA

Tras la ventana la lluvia cae, y se sumerge tras los balcones. Inunda la caída de un niño, limpia su sollozo, mece su rodilla. La luz, la penumbra.. la disonancia del tiempo dan paso a los truenos; que en oda a la tristeza presenta rayos y truenos. Cabezas que enfocan al suelo se cubren con chubasqueros y paraguas. Sin saber, que así danzan a la desesperanza, a la melancolía y esa oda a la tristeza alimenta sus versos. La oda a la tristeza no debería llevar lluvia, ni soledad ni desesperanza ni caídas de niños, ni miradas bajas. La oda a la tristeza tiene que llevar silencio. Para que calle, para que nadie sepa nombrarla, ni pertenecer a ella. Sin sinfonías rotas, ni soles, ni sombras. Hay fríos que no se aciertan a cubrir, por muy pesados que sean los sayos. Ni silencios que inunden gritos, risas, caricias.. pertenecen a espacios rotos, que caen y no vuelven.