Entradas

Mostrando entradas de agosto, 2019

Aquella noche

Ese ruido de cancela metálica que bailaba con el viento era el único sonido humano, por así decirlo. Otro tintineo de ventanas a veces te hacía recordar que no bailabas también con él. Pero el canto de esos árboles en esa noche seguían pareciendo de otro mundo.  Hacía que tú respiración fuera al mismo ritmo que la suya. Todo lo demás estaba en completo silencio, eras tú, los árboles y el viento viajando a través del espacio. No podías pensar en nada más que lo que pensabas que también pensarían esos árboles. Erais un conjunto, eras parte de ellos, aceptabas al viento como acompañante y a la noche como compañía. Silencio, paz, quietud. Y tú respiración no podía ir a otro ritmo que no fuera ese. Podías perderte en ello.

Poder y volver

A veces desaparecía y viajaba a un lugar donde parte de mi jamás regresaba, quizá porque no era mío.  Lugar sin guías aparentes, sin medidas ni alturas. Lugar de dudas. Conectar con un silencio que quizá dure por siempre y que nadie lo entienda. Donde el dolor no sabes si existe, o si te reconoce, pero se muestra del mismo color que todo. No sabría explicar, categorizar, atrapar o recluir algo más del lugar. Pero permanece ahí. Atento y apacible. Recostado, si aspiras con intensidad intentando recobrar un eco de respuesta obtendrás un olor irreconocible y lento. Te hará creer que sabes qué es y te mantendrá en sosiego hasta la desesperación. Volver o no puede depender de ti o parecerlo.  Agarrar lo que no quieras dejar y lo que olvides que llevas. Puede sacudirte y mecerte al mismísimo tiempo. Puede. Intenta recobrar los sentidos, recuerda cómo fluyen y como quieres volver. Vuelve.