A veces desaparecía y viajaba a un lugar donde parte de mi jamás regresaba, quizá porque no era mío. Lugar sin guías aparentes, sin medidas ni alturas. Lugar de dudas. Conectar con un silencio que quizá dure por siempre y que nadie lo entienda. Donde el dolor no sabes si existe, o si te reconoce, pero se muestra del mismo color que todo. No sabría explicar, categorizar, atrapar o recluir algo más del lugar. Pero permanece ahí. Atento y apacible. Recostado, si aspiras con intensidad intentando recobrar un eco de respuesta obtendrás un olor irreconocible y lento. Te hará creer que sabes qué es y te mantendrá en sosiego hasta la desesperación. Volver o no puede depender de ti o parecerlo. Agarrar lo que no quieras dejar y lo que olvides que llevas. Puede sacudirte y mecerte al mismísimo tiempo. Puede. Intenta recobrar los sentidos, recuerda cómo fluyen y como quieres volver. Vuelve.